domingo, 25 de enero de 2015

Platón: La Representación del Sueño_ Angel Capelleti


El sueño representa para Platón, desde un punto de vista ontológico, la sombra de una sombra, en cuanto está formado por imágenes (reproducidas o transformadas) de los objetos sensibles, los cuales, a su vez, no son sino imágenes o sombras de la Realidad en sí, esto es, de las Ideas. Así se ve en el conocido esquema de la línea dividida en fragmentos, que encontramos en la República (509 D 511 E). Cuando se refiere al sector más bajo del mundo sensible y de la opinión, es decir, al mundo de la "imaginación" o de la "conjetura", fácilmente puede establecerse que, además de las sombras propiamente

dichas, de las figuras reflejadas en el agua y en todo cuerpo liso y brillante, se refiere a las imágenes oníricas ("a todo lo que es semajenate a esto") Explícitamente lo reconoce en el Sofista (266 B) En efecto, después de dividir las obras
divinas y humanas en dos partes, la de las esencias y la de sus copias o imágenes, sostiene que entre las obras divinas están por una parte los elementos y los seres vivientes y por otra las sombras, las imágenes reflejadas en espejos y los sueños (Cfr. P.Friedlander, Plato, 3 p. 259). Por otro lado, en el Teeteto (201 D), Platón llama "sueño" a una definición
aparentemente correcta de la ciencia ("opinión verdadera basada en una razón") El sueño aparece como portador de un mensaje y, más aún, de un imperativo moral y religioso en el Fedón (60 C - 61 B). AIIí, ante una pregunta de su discípulo Cebes, explica Sócrates la razón que lo llevó a poner en verso las fábulas de Esopo y a componer un himno a Apelo, una vez ingresado en la cárcel (de la cual no debía salir vivo)" cuando nunca antes se había dedicado a la poesía. Al hacerla ha querido responder a lo que se la ha
sugerido en ciertos sueños y, al mismo tiempo, cumplir con un mandato divino. Muchas veces, en efecto, hab ía tenido en sueños una visión en la que se le ordenaba: "Oh Sócrates, haz música y cumple". Hasta entonces Sócrates había creído que la voz lo incitaba a continuar haciendo lo que efectivamente hacía, esto es, a seguir filosofando, puesto
que, según él, no hay música más sublime que la filosofía. Sin embargo, después del juicio y de la condena (cuya ejecución había sido postergada por una fiesta religiosa), pensó que tal vez lo que la voz le mandaba era hacer música (esto es poesía) en el sentido corriente del término. Por eso, compuso primero un himno al dios cuya fiesta se celebraba (Apelo) y después, reparando en que la poesía trabaja no con raciocinios sino con mitos y, puesto que él mismo no era mitólogo (sino filósofo), recurrió a los mitos que ten ía más a mano, esto es, a las fábulas de Esopo (que, como la mayoría de sus contemporáneos y compatriotas,
debía saberse de memoria) y las versificó. El mandato recibido en el sueño podría parangonarse con el del "genio" que gu ía los pasos de Sócrates en la vigilia. El sentido real del sueño parece ser éste: Sócrates ha pensado durante toda su vida (y sigue, sin duda, pensando hasta el final) que ninguna manifestación del espíritu y ninguna forma de la cultura supera a la filosofía. Pero en las últimas horas
de su existencia se abre paso en su conciencia una duda, o, por mejor decir, una sospecha: Tal vez el hombre sabio, que es ante todo "hombre de razón" (es decir, filósofo), deba a veces ser también "hombre de fantasía" (es decir, poeta), para ser cumplidamente sabio. Recordemos, con
Friedlander, que Píndaro había presentado a la música como símbolo del orden en el hombre y en la sociedad, y a Apelo como su patrono en ambas esferas, y recordemos también que, con frecuencia, en las biografías m íticas de Platón figuran Apolo y los cisnes canosos. El mismo
Friedlander dice que en tales biografías Platón es considerado como descendiente del propio Apolo, que los padres de Platón aparecen sacrificando en el monte Himeto a Pan, a las ninfas y a Apolo, mientras las abejas se ocupan en destilar su miel entre los labios del niño, y que, la
noche antes de que Platón se convierta en discípulo de Sócrates, éste tiene un sueño en el cual un pequeño cisne se refugia en sus rodillas y después sale volando y cantando, con todo su plumaje. Más aún, mientras muere el propio Platón -según esta mítica biografía- se sueña a sí mismo
como un cisne que canta y vuela de árbol en árbol sin que ningún cazador pueda abatirlo. El pitagórico Simias comenta este sueño de la siguiente manera: Todos quisieran atrapar el pensamiento de Platón, pero cada uno quisiera hacer una interpretación basada en el pensamiento propio.


Tomado de: El sueño y los sueños en la Filosofía Prearistotélica. Angel Capelleti. Revista Filosofía Universidad de CostaR. 1985.

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